Ya no escuchamos
el aleteo de las abejas. Ya no vemos las coloridas mariposas revolotear entre
las flores primaverales. No contemplamos a las maravillosas libélulas volar sobre
las cercanías de ríos, lagos o charcos. Ahora ni siquiera apreciamos en el
campo a los grillos o saltamontes brincar en grupo.
Hace más años de
los que podría imaginar, habitaba en este mundo una gran diversidad de
insectos. Todos vivían su vida atentos al peligro natural que constituían sus
hábitats, y en el que para sobrevivir, solo necesitaban huir y adaptarse. Mas,
ellos ayudaban al ecosistema a subsistir. Pero, desde que la mano del hombre aferró
con más fuerza el ansia de poder, ya no existió ningún lugar en el que pudieran
esconderse.
Con el cambio
climático causado por la combustión de combustibles fósiles en vehículos
automotores, la quema de cultivos y bosques, las fábricas, la producción de
electricidad, el consumo indiscriminado de carne de res, la deforestación y la
transformación de bosques y praderas para dedicarlos al cultivo, ciudades y
carreteras, la era de las consecuencias ha llegado.
Los insectos no
fueron capaces de sobrellevar este impacto al quitarles todo lo que necesitaban
para vivir; un aire puro, un hogar, alimento… Los atrapamos con nuestras
comodidades y egoísmo, y no les dejamos avanzar. Ahora la poca vida que queda,
está a punto de apagarse, y nosotros incluidos.
Las víctimas de
esta extinción favorecían a que la flora perdurara y a cambio esta les
proporcionaba comida. Al desaparecer una, la otra también está pereciendo,
dejando morir de hambre a los que se alimentan de ella, y estos también se van
esfumando, ocasionando que los que se nutren de ellos mueran del mismo modo,
hasta llegar a los humanos. Todo era una cadena, y en cuanto se rompió uno de sus
eslabones, el resto comenzó a caer.
Los científicos
intentan devolver la vida a los insectos a través de especies encontradas
atrapadas en la salvia de los arboles, aunque tardarán tiempo en hacerlo. El
proceso es muy lento y de suma precisión, y al no haber muchos ejemplares intactos,
no deben cometer errores.
Desde la
revolución industrial se inició la cuenta atrás del planeta Tierra, y si no se
encuentra una solución rápido, el fin será inminente. Porque no solo no
podremos sobrevivir sin insectos, sino que el cambio interno que originamos en
el mundo está causando otros graves acontecimientos; tsunamis, terremotos, aumento
del nivel del mar, tormentas más poderosas, sequías, incendios, desaparición de
ecosistemas, aumento de la temperatura de la atmosfera, deshielo, la
acidificación de océanos y enfermedades a gran escala. Todo esto ha precedido a
un cataclismo global del que nadie podrá escapar. La población humana ha disminuido
en varias regiones del planeta. Muchas ciudades han sido destruidas por las guerras. Un alto
porcentaje de especies animales entre ellos los humanos, sufren mutaciones y
alteraciones genéticas que han disminuido la esperanza de vida, y al depender
tanto de las tecnologías, nuestro cuerpo y mente se ha debilitado de tal forma,
que nos es complicado adaptarnos a este cambio extremo, y las predicciones dicen
que lo peor está por llegar.
En Islandia ha
aumentado la actividad volcánica debido a la reducción de la cobertura de los
glaciares, y el volcán de Yellowstone está dando signos de una destructible
erupción.
La pérdida
de los insectos no es lo único que nos preocupa. Casi el sesenta por ciento de todas
las especies de anfibios están en peligro de extinción, y lo mismo ocurre con en
cuarenta y tres por ciento de mamíferos. Todas las especies decaen.
Tengo esperanzas
de que aún podemos solucionarlo. Creo que todavía no es tarde. E intuyo que
ahora comprendemos que los pequeños actos ocasionan a largo plazo un impacto
irreversible, y solo espero que estemos a tiempo de enmendar todas nuestras
equivocaciones a pesar de que ya éramos conscientes de a donde dirigiríamos
todo esto.
Nos queda un
largo trabajo por delante; entre cambiar nuestras acciones, traer de nuevo a
especies extintas, curar el mundo y vivir apreciando más el lugar que nos rodea,
que es lo que siempre estuvo ahí ofreciéndonos un día más para existir.
Ahora no
sirve "el dejarlo para mañana", si hoy no se empieza, la pérdida de la biodiversidad
se cernirá sobre la humanidad.
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