Fue en los años cincuenta cuando por
primera vez se inició “El proyecto clon”. En él se comenzó a experimentar con
diversas especies para poder demostrar que la clonación era una realidad y de
ese modo ayudar a tratar ciertas enfermedades a las que se enfrenta la
humanidad.
Una vez clonadas las primeras ranas,
ovejas, corderos, vacas, ratones, gatos y hasta primates pequeños, dieron el
siguiente paso; el ser humano. El hombre y la mujer en ser seleccionados tenían
que reunir unas importantes características; no tener antecedentes hereditarios
de enfermedades mentales, neurológicas, autoinmunes, cardiovasculares, sanguíneos,
genéticas, infecciosas, trastornos metabólicos, alergias de ningún tipo y
varias condiciones más. Tardaron años hasta que supieron de una pequeña isla al
oeste de Estonia llamada Koipsi. En ella poblaban los dos únicos habitantes que
quisieron quedarse después de que una misteriosa tormenta azul que duró días,
azotase la zona hace diecinueve años. Todos los lugareños, a excepción de estos
individuos y su ganado, emigraron asustados por ese suceso hasta hoy inexplicable.
Unos años más tarde, miembros de la
revista científica Genetic Terrae, entrevistó a los amables granjeros llamados
Koitt Tookts y Luule Heins, cuya conversación fue la causa de que los seleccionaran
después de que declararan que tras la tormenta, nunca volvieron a enfermar.
Los responsables del proyecto clon,
viajaron desde América del Sur hasta Europa del Norte para hablar con los Estonianos.
Una vez allí, se presenciaron en su domicilio, y en cuanto los convencieron de
que formasen parte del proyecto, los trasladaron a unas instalaciones secretas en
un paraje de Moscú.
Durante semanas de análisis y pruebas
mediante la inoculación de diferentes tipos de virus, desde rinovirus causantes
del resfriado común pasando por el SARS hasta llegar al Marburgvirus, concluyeron
que Koitt Tookts y Luule Heins habían desarrollado un sistema inmunológico perfecto.
Un dato interesante es que tras las pruebas, cuatro miembros del estudio fueron
accidentalmente contagiados por algunas de estas patologías, pero sus vidas
pudieron salvarse gracias a la rápida intervención de anticuerpos neutralizantes
de virus que conservaban en el laboratorio.
El día había llegado. Se tomó una célula diferenciada
del pecho derecho de Koitt y se transfirió su núcleo a un ovulo de Luule, al
que se le había extraído previamente el núcleo celular y por consiguiente
carecía de información genética. A esta fusión se le aplicó impulsos eléctricos
para estabilizar su unión, y una vez hecho, el citoplasma del ovulo proporcionó
al núcleo de la célula diferenciada un entorno apropiado que hizo que fuese capaz
de reprogramarse para transformarse en un embrión. Este embrión, implantado en
el útero de Luule, originaría un nuevo ser humano.
Con el paso de los meses, el feto se desenvolvió
con naturalidad. En octubre de 2027 nació el primer ser humano clonado a pesar
de haber tardado once meses en gestarse por completo. Fue una pequeña anomalía
a la que no le dieron importancia, y su semejanza con Koitt Tookts cuando era
un bebé proporcionaba esperanzas de que el experimento fuera un éxito. Pero
tras analizar a la cría humana, descubrieron que en su ADN se encontraban dos
cromosomas de dos especies diferentes de simios; el gorila occidental y una
subespecie del babuino amarillo. No entendían como habían llegado hasta ahí,
mas alguien del equipo tuvo que ser el culpable. Al cabo de varias semanas, el
bebé semihumano al que llamaron Gobarhux comenzó a crecer exponencialmente y a
manifestar claros signos de transformación física y agresividad, por ese motivo
se vieron obligados a mantenerlo aislado y en cautiverio en el ala este del
laboratorio dentro de una jaula.
La alimaña se volvió cada día más fuerte y
peligrosa, razón suficiente para que los directores del proyecto decidieran
sacrificarla, pero cuando se dirigieron al sector en donde habían trasladado a
Gobarhux, vieron que había desaparecido. Observaron varios barrotes rotos de la
jaula y un enorme agujero hecho en la pared que daba al exterior. Enseguida
activaron el protocolo de emergencia entre el colectivo científico.
Gobarhux se dirigió a la ciudad de Moscú
atraído por la gran gama de olores, sonidos y colores que desprendía la urbe.
Alcanzaba una velocidad de doscientos catorce quilómetros por hora, su
resistencia era infinita y su fuerza impredecible. Era fascinante.
El hibrido llegó a lo alto de una montaña
deteniéndose en ella, y al mirar a la gran ciudad, extendió los brazos con los
puños cerrados y emitió un rugido de tales proporciones que resonó por toda la
zona. Continuó su trayecto en busca de alimento, encontrando un conducto que
servía antiguamente para dar paso y salida al agua potable de la ciudad.
Gobarhux olió algo irresistible que emanaba del interior del canal, pero se
adentró con precaución, percibió el peligro. Lentamente se fue introduciendo
mientras su respiración acompañada con gruñidos ondulantes iba disminuyendo.
Sin esperárselo, apareció desde el fondo oscuro un animal que arremetió contra
él sin llegar a tocarlo. Gobarhux lo detuvo agarrándolo por la cabeza,
instantes más tarde hincó sus colmillos en el cuello del animal y lo fue
devorando mientras este aún estaba consciente. Luego del festín, prosiguió su
trayecto hacia la ciudad, sin embargo, se encontró con un grupo de campistas
estudiantiles de la Universidad Estatal de Moscú con instrumentos astronómicos contemplando
el cielo cubierto de cuerpos celestes. Se vieron sorprendidos por la alimaña,
gritando al momento. Entonces fueron atacados por la criatura, pero sorprendentemente
no mató a ninguno, solo los hirió con sus garras.
Durante días la bestia utilizaba el manto
de la oscuridad para no ser detectado. Empleaba zonas poco transitadas como moradas
provisionales mientras se iba moviendo hacia el suroeste matando a pequeños
animales para comer y atacando a los humanos solo para herirlos.
Pasó por Bielorrusia, cruzó el sur de
Polonia y atravesó la Republica Checa. Después continuó por Austria para llegar
a Suiza, traspasó por el sur de Francia hasta aparecer en España y por alguna
extraña razón, se estableció en el noroeste del país.
La
noticia de que un enorme y feroz animal agredía a hombres y mujeres, se
extendió por Europa, y desconcertó que aún no hubiera ninguna víctima mortal.
Por algún motivo, ningún niño había sido afectado por este ser, hecho que hizo
más presente la confusión. Pero con el paso de los meses, la gente perjudicada
comenzaba a sufrir cambios. Todos los damnificados por Gobarhux se transformaban
cronológicamente en algo similar a él. Ya no había solo un sanguinario animal
infligiendo daño a los humanos y otras especies, sino que poco a poco empezaron
a surgir más especímenes por gran parte del continente. Lo peor era que estas
nuevas copias sí decidieron asesinar a algunos humanos y alimentarse de ellos.
El equipo científico que ocasionó todo el
desastre destruyó las pruebas que podían culparles, para ellos era tarde
remediar el error y desaparecieron rápido del lugar en donde empezó todo.
En un pequeño pueblo de Galicia, cuatro
criaturas se acercaron al hogar de una familia compuesta por la madre, el padre
y sus dos hijos; Cathal y Hania. Los seres destruyeron el portal de la entrada
y se dirigieron con sed de sangre a la vivienda. Los perros de la familia
comenzaron a ladrar y se escaparon de su vallado para atacar a las alimañas. La
familia surgió por la puerta observando esa impactante imagen, y luego oyeron
unos ruidos procedentes de su parcela, detrás de la casa. A los pocos segundos
todos sus animales domésticos más los pájaros, ardillas, zorros y otros animales
salvajes del bosque protegieron a esos humanos de los primates híbridos. Un
vecino de la zona asistió con su escopeta para eliminar a los engendros, y
todos unidos consiguieron acabar con ellos. Los animales salvajes volvieron a
la arboleda y los perros más sus otros animales propios al interior de sus vallados.
Había ocurrió lo mismo por todas las áreas
atestadas por las copias de Gobarhux, los animales habían defendido a los humanos.
Hoy en día, la humanidad sigue sin encontrar
la lógica de cómo todas las especies animales que pueblan la Tierra, los defendieron
de las atroces fieras después de cómo las ha tratado durante milenios. Tal vez
el ser humano lleve equivocado toda su vida, puede que sean ellos los que
necesiten ser protegidos…de sí mismos.
Durante años, investigadores científicos
llevaron adelante un proyecto para cuantificar y analizar esta nueva especie de
híbrido en los lugares afectados, y luego de esclarecer los hechos más las
relaciones que dieron origen a su existencia, descubrieron que las
transformaciones eran producto de una infección virulenta provocada por un
factor original. Lamentablemente, nunca se encontró.