A medida que pasa
el tiempo uno se da cuenta que la hipocresía es la cualidad más notable de la
humanidad. Nunca nos hacemos responsables del daño ocasionado y nuestra
tendencia es eliminar a los que creemos causante del peligro pensando que de
ese modo nos libramos de toda culpa.
No voy a negar ni
afirmar que una especie invasora puede hacer peligrar un ecosistema. Pero de lo
que si soy consciente es de nuestra ignorancia por lo desconocido y la información
que aceptamos por no saber demostrarla por nosotros mismos. Mas toda esta omisión
que no reconocemos, nos hace olvidar un “pequeño” detalle; hemos colonizado
cada rincón del planeta y devastado lo que lleva en él millones de años para
construir nuestras comodidades y beneficiarnos con ello. Hemos invadido el
cielo, la tierra y el mar ocupando el hogar de otros seres, peligrando su
existencia a cambio de nuestro bienestar. Y estamos extinguiendo cada obstáculo
que creemos irrelevante en vida y favorable en muerte por un factor lucrativo
que nos hace sonreír cada día, desoyendo los gritos de desolación y consumiéndose
para dejar espacio al silencio eterno del que no nos hacemos autores.
Todo esto me ha
llevado a la mayor conclusión que nadie quiere aceptar aunque el mundo lo sepa;
somos la especie invasora más letal que existe. Tal vez deberíamos pensarlo dos
veces antes de alzar la mano mortal hacia un ser que no ha tenido elección con
respecto a su vida. Tal vez deberíamos dejar de coaccionar lo que nos rodea para
excusarnos cuando actuamos en su contra y no sentirnos reos de nuestras
decisiones.
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