«Llegan momentos en los que desde hace mucho tiempo es más importante un detalle tangible e innecesario que un gesto afectuoso y cariñoso.
De nuevo el poder de la persuasión por el consumismo hace que siga siendo un problema cada vez más serio en nuestra sociedad. Cuanto más obtenemos más demanda existe, haciendo de este mundo un lugar codicioso; lleno de avaricia y convenciendo a la comunidad que lo material es habitual y esencial. Siendo al mismo tiempo parte culpable del superávit de los materiales que perjudica todo lo que habitamos.
Nos dejamos llevar por las invenciones que hacen subsistir al peor de los negocios, y eso es solo el principio. Vamos perdiendo nuestra identidad sustituyéndonos por autómatas»
De nuevo el poder de la persuasión por el consumismo hace que siga siendo un problema cada vez más serio en nuestra sociedad. Cuanto más obtenemos más demanda existe, haciendo de este mundo un lugar codicioso; lleno de avaricia y convenciendo a la comunidad que lo material es habitual y esencial. Siendo al mismo tiempo parte culpable del superávit de los materiales que perjudica todo lo que habitamos.
Nos dejamos llevar por las invenciones que hacen subsistir al peor de los negocios, y eso es solo el principio. Vamos perdiendo nuestra identidad sustituyéndonos por autómatas»
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