Tendemos
a tener una inercia impulsiva a expresar palabras que supuestamente explican
nuestro pasado o presente. Nos encanta hablar dando poder a lo, presuntamente
verídico que pasa por el camino de nuestras vidas para sentirnos complacientes.
Y aunque nos defina lo de: “nada más lejos de la realidad” insistimos en
nuestro propósito para aumentar nuestro ego imaginario y alimentarlo con
innumerables falacias que solo nosotros mismos percibimos.
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